Frente a la Plaza

En 1991, Yoyi estaba bien instalado desde hacía un par de años en la calle Urquiza 1140, donde ya había transformado la vieja panadería en agencia de autos. Un día de Septiembre lo llamó Cacho Audisio, porque quería comprar un auto para su esposa.

Desde hacía un tiempo, Audisio había dejado el negocio del automóvil y se dedicaba al campo. La agencia donde originalmente empezó a trabajar Yoyi, estaba en el lugar que hoy ocupa la Galería Audisio y poco a poco había ido comprando los terrenos de al lado, que por aquel entonces estaban vacíos al frente, con un galpón grande en el fondo. Por un tiempo, con Hugo Visiconti pusieron un bar, una especie de pub frente a la plaza. Se llamaba "Patio Cevecero". Las mesas se colocaban en el terreno vacío al aire libre, pero estaba conectado con una puerta hacia la Galería, donde estaba la barra. El frente del terreno hacia la plaza, tenía arcadas de ladrillo con rejas. Las mesas de adelante quedaban nivel de la calle y en la parte de atrás habían levantado el terreno como un metro para que los que se sentaban en las mesas de atrás no perdieran la visión de la plaza.

Yoyi fue a visitar a Audisio. Lo encuentra caminando y tomando mate en el terreno que volvía a estar vacío, porque el "Patio Cervecero" había cerrado. Hablaron muy poco del auto. Fueron derivando a otros temas y Yoyi le comentó:

- Que lástima este terreno tan lindo y tan bien ubicado que quede desperdiciado.
Cacho lo miro medio de costado y le contesto:
- Te lo vendo.

La situación económica de La Paz era muy reducida. No había tanta gente interesada en instalar nuevos negocios con un local de gran tamaño frente a la plaza. Había una economía eminentemente ganadera en los campos que la rodeaban. Recién a partir del nuevo milenio, con las termas y con el despertar de la siembra se empezó a desarrollar la economía del Noroeste Entrerriano.

Como Yoyi plata y miedo no tuvo nunca, un poco en serio y un poco en broma le dijo:
- ¿Cuánto querés? - Era el mes de Septiembre. En su vida, Septiembre siempre había sido un mes bueno para Yoyi.
- Quiero cincuenta mil dólares - Por aquellos años era un montón de dinero. Y Audisio agrega:
- Me lo tendrías que pagar dentro de seis meses. Yo le acabo de comprar el campo a mis hermanos y se lo tengo que pagar el 30 de Marzo.
- La verdad que me interesa - Dijo Yoyi y se fue casi corriendo a la agencia de la calle Italia.
Cuando llega a su oficina abrió la caja fuerte y tenía cinco mil dólares. En el salón tenía un par de R12 nuevos y algunos autos usados. Faltaba mucho para los cincuenta mil. Entonces se va rápidamente a la escribanía de Don Emilio Castrillón, que siempre había sido una especie de gurú asesor para todos los negocios de Yoyi. Cuando estuvieron frente a frente, Yoyi le preguntó:

- Padrino… ¿cuánto vale mi local?
Don Castrillón Padre hizo un pequeño cálculo de metros cuadrados y le contestó:
- Vale unos 25 mil dólares.

Si podía vender la agencia, tenía asegurados treinta mil dólares. Le faltaban veinte. Había que juntarlos en seis meses. Cualquiera hubiera desistido. Con Yoyi no es chiste: plata y miedo no tuvo nunca. Lo llama a Audisio y le informa que va para allá. Pasa por su oficina, saca los dólares de la caja fuerte y cuando llega le dice:

- Te compro el local. Acá te traigo cinco mil dólares y los 45 restantes te los pago antes del 30 de Marzo. Vamos a la escribanía para hacer el boleto.

Audicio tartamudeó. Una hora antes le había preguntado si quería comprarlo y de golpe se le aparece con la decisión tomada y el diez por ciento del valor total. Lo único que pidió fue que si el 30 de Marzo no cubría todo lo acordado, por un valor de hasta diez mil dólares le extendieran el pago por treinta días más con interés bancario. Antes de la cinco de la tarde, Yoyi había comprado el terreno frente a la plaza.

Yoyi le pidió a Audisio que le entregue la propiedad enseguida para empezar a hacer obras y prepararla para que funcione como agencia de autos. Solamente había una cocina, piso de ladrillo molido en el terreno con un camino de cemento desde la entrada hasta la galería de Audisio, donde había funcionado la barra del "Patio Cervecero". De un local completo, se tenía que instalar en un terreno prácticamente vacío con un galpón al fondo, y juntar la enorme cantidad de dinero que le faltaba... en menos de seis meses, en la débil economía de La Paz en los años noventa. Hay que repetirlo mil veces: plata y miedo no tuvo nunca.

Dos días después, Yoyi estaba limpiando el terreno junto con Sergio Salva, su empleado vitalicio desde 1981 y lo seguiría siendo por varias décadas. Mientras tanto, Carlos Pereyra quedaba a cargo del otro local. En eso pasa Osvaldo Malvasio, que también fue vendedor de Audisio y hasta ahora es productor de San Cristóbal Seguros en La Paz. Cuando se entera que Yoyi había comprado el terreno, Osvaldo lo felicita y le pregunta:

- ¿Qué vas a hacer con tu agencia actual?
- La voy a vender - le contesta Yoyi
- ¿Tenés comprador?
- No todavía.
- Entonces anda a ver a la gente del Centro Comercial, porque están buscando un nuevo local.

En un pueblo chico todo se sabe. El Centro Comercial de La Paz es una asociación que agrupa a todos los comerciantes de la ciudad, quienes pagan una cuota mensual para que los defienda corporativamente frente a las autoridades y a cualquier otra eventualidad. En ese momento el presidente era Toti Jacobo, un hombre muy trabajador, dueño del Supermercado Los Hermanos y uno de los comerciantes más fuertes de La Paz. Su tío le había vendido a Yoyi la vieja panadería, que había transformado en el local que ahora estaba en venta.

Hasta ese entonces, el Centro Comercial alquilaba un pequeño local al lado del Correo Argentino. La Vicepresidenta era Beatriz Calleja y el Secretario Garbanzo Barbero, el dueño del negocio de Caza y Pesca frente al Banco Entre Ríos. Todos eran muy conocidos. Yoyi se fue al negocio de Garbanzo Barbero para hacer el primer contacto. Entonces le pregunta:

- ¿Ustedes están buscando un local para el Centro Comercial?
- Si ¿Por qué?
- Porque yo quiero vender el mío porque me cambio frente a la plaza.
- Bueno, vení en un par de horas y te esperamos con Tito y Beatriz.

Como a las once y media de la mañana llegó Yoyi y ya estaban todos. Yoyi les explicó que de acuerdo al cálculo del Escribano Castrillón, la propiedad valía 25 mil dólares y extendía el pago hasta el 20 de Marzo (10 días antes de su propio vencimiento). Le dijeron que tenían reunión de la Comisión Directiva, que iban a tratar el asunto y le contestarían la decisión.

Un par de días después, lo llamaron para contestarle que le iban a comprar el local, pero en 23 mil dólares. Los dos mil restantes serían una colaboración de Yoyi para el Centro Comercial. Yoyi pensó que a lo mejor lo vendía en 30 mil, pero a lo mejor se lo pagaban después de Marzo... y a lo mejor ni lo vendía. Entonces aceptó. Tres días después firmaban los papeles en lo del Escribano Castrillón. En menos de una semana, compró su nueva propiedad y había vendido su local. Sin duda Septiembre era un buen mes para Yoyi.

Tenía 28 mil dólares asegurados. Le faltaban 22 mil, pero tenía casi seis meses de plazo. Diez mil los había pateado para adelante con Audisio y para el 30 de Marzo necesitaba 12 más. Iba tomando color...

En algunas exposiciones rurales, Yoyi había visto unas carpas estructurales redondas, que en ese momento eran una novedad. También había visto en los lugares de venta de autos en Estado Unidos, un mástil grande de donde colgaban sogas con banderines de todos los colores para llamar la atención. Para no dejar autos nuevos a la intemperie, igual necesitaba la carpa, porque en La Paz hay temperaturas de 40 grados en verano y menos de cero grados en invierno. Se enteró que había un lugar en Lavallol donde fabricaban las carpas. Hasta allá fueron con el Petiso Cozzi que es un maestro tapicero de autos y entendía del tema. Se encontraron con una fábrica fenomenal donde la dueña era una mujer. Compró una carpa de 9 metros de diámetro, que hoy la usa el Triathlón de La Paz.

Donde había sido la cocina del viejo "Patio Cervecero", la extendieron un par de metros y se armó una oficina. La carpa quedó como el "salón de exposición" donde entraban dos autos cero kilómetro y los usados en el resto del patio. El galpón del fondo, que tenía 15 metros por 30 metros, lo había construido Audisio para extender y comunicarlo con su taller, que quedó detrás de las Galerías, para hacer el service de camiones Chevrolet. Yoyi podía sacar los autos a la mañana y entrarlos a la tardecita.

Finalmente el día 30 de Marzo de 1992, el Centro de Comercio le pagó los 23 mil dólares. Yoyi ya había juntado el resto y al día siguiente va a la casa de Audisio con una semana de anticipación al vencimiento y escrituraron la propiedad.

Yoyi vio en la Concesionaria Centro de Corrientes Capital unas carpas a dos aguas. Les sacó fotos y le pidió al Negro Arlotti que le hiciera el armazón de la nueva carpa que durante muchos años daba al frente de la agencia.

El nuevo local le trajo suerte. Yoyi era agente de Renault, pero vendía demasiados coches para ser un simple agente y en 1993 lo hicieron Concesionario de Renault. La forma en que ocurrió todo es de lo más graciosa y lo pinta a Yoyi de cuerpo entero.

Como ya habíamos visto, desde 1986 Yoyi era agente de Centro Rosario. Pero Mizawack de Paraná decía que Yoyi tenía que ser agente de ellos, porque estaba quitándole ventas en su zona. Renault no le hizo caso y la relación de Yoyi con los rosarinos era tan buena que sus ejecutivos visitaban La Paz muy seguido. Viajaban cada vez que Yoyi organizaba una fiesta, como la de sus cuarenta años, o cada vez que le entregaba un auto cero kilómetro a Horacio Guarany. Siempre la pasaban bien en La Paz.

Era tanto lo que Yoyi vendía desde La Paz, que el conflicto con Paraná se agravó. Un día de 1992 a las tres de la tarde lo llamaron a Yoyi desde la Central Renault de Buenos Aires. Era el Sr. Merlo, Director Regional de Renault para toda esta zona:

- Necesitamos que mañana esté acá en nuestras oficinas de Buenos Aires a las 8 de la mañana - Le dijo el de Buenos Aires, que no conocía mucho más allá de la General Paz.
- Yo estoy a 600 kilómetros, no tenemos avión a Aeroparque- Le contestó Yoyi con los pies en la tierra.
- Entonces venga pasado mañana - Concluyó el ejecutivo con gran sabiduría porteña.

El día acordado llegó Yoyi con su mejor traje, su mejor corbata y sus zapatos siempre brillantes, como es su costumbre. También llevó un portafolios ejecutivo de cuero marrón de alta calidad, que lo había dejado impresionado y no pudo dejar de comprarlo hacía ya un tiempo en Casa López, al final de la calle Florida casi Plaza San Martín. No tenía temario para la reunión, por lo tanto no sabía que documentos llevar en el vistoso portafolios. Entonces lo llenó con unos papeles sueltos y dos biromes.

- Geminiani, con usted tenemos un problema - Comenzó a decir Merlo.
- Creo que vendemos bien y representamos a la marca dignamente en toda la zona - Se defendió Yoyi.
- No es ese el problema al que me refería. Lo que pasa es que usted es un jugador pretendido por dos equipos grandes: Paraná y Rosario. Ahora no tenemos más alternativas, o usted es agente de Mizawack o lo hacemos concesionario.

A Yoyi no le dejaban ninguna alternativa de seguir trabajando con la gente de Rosario, con la que se sentía tan cómodo, por la confianza de años, que ya era una verdadera amistad... y por todas las ventajas que siempre le concedían con gusto. En cambio, los de Paraná no lo iban a dejar crecer, le iban a poner palos en la rueda porque competían en la misma zona. No le dejaban opciones, era crecer o morir. Tenía que hacerse concesionario, pero eso requería mucho capital adicional en el negocio. Como Yoyi plata y miedo no tuvo nunca, agarró el portafolios lleno de papeles inútiles con dos biromes Bic, lo puso sobre el escritorio como si estuviera lleno de dólares y mirándolo fijo le dice:

- Donde hay que firmar para hacerme concesionario, porque yo ya traje la plata - Merlo ya era un ejecutivo maduro de una empresa enorme... y se quedó mirando sorprendido a ese jovencito entrerriano que tenía enfrente. Empezó a comprender por qué vendía tantos autos y se lo peleaban los concesionarios. Como buen porteño se habrá imaginado que Yoyi era como esa gente del interior, que no se andaban con vueltas, que pagaban por adelantado y al contado. Suerte que nunca le pidió que abra el portafolios para ver cuánta plata había llevado. Aprovechando el silencio y asombro de Merlo, Yoyi continuó hablando:

- Si ustedes me quieren hacer concesionario, entonces me tienen que ayudar a crecer, porque si me quieren fundir me funden en seis meses - El ejecutivo abría lo ojos y lo escuchaba atentamente. Yoyi continuó:

- Ustedes me van a exigir servicio postventa y yo tendré que contratar mucho personal que hoy no necesito. El capital en repuestos va a ser enorme. Yo no voy a sobrevivir si no aumento considerablemente las ventas. Ustedes me tienen que mandar todas las unidades que yo les pida - Estuvieron de acuerdo, le iban a dar preferencia desde Casa Central.

En los años 93 y 94 se vendían los autos como pasto. Era la famosa época del "uno a uno" de Menem. No alcanzaba la producción y la gente se inscribía en "listas de espera" para recibir su auto nuevo. Para los autos más populares como el Renault 19 había que esperar seis o siete meses para tenerlo.

Vinieron otras personas y le empezaron a explicar a Yoyi todo lo que iba a necesitar para hacerse concesionario. Ya hacía un año y medio que había pasado el sofocón de comprar el nuevo local y tenía su capital de trabajo. Obviamente no era suficiente, pero al principio puso como garantía su local frente a la plaza y todo se arregló sin grandes problemas, como de costumbre.

En el diario Clarín y Nación de Buenos Aires, a página completa salió la publicidad: "La Familia Renault sigue creciendo" para contarle al mundo que tenían un nuevo concesionario en La Paz, Entre Ríos.

Como concesionario, tenía mejores márgenes de ganancia y era un momento muy especial de Argentina. Yoyi vendía Renault 12, 18, 19, 21, coupe Fuego y todo lo que le mandaban de la fábrica. Fue una época de esplendor... hasta el 2001.

Es imposible que un concesionario -en épocas normales y menos si son de crisis nacionales- sobreviva en una ciudad de menos de cien mil habitantes. En el 2001 Yoyi tenía 18 empleados. Los abogados le aconsejaban que comprara su crédito y que después convoque a acreedores. Era una práctica común y en Renault lo sabían y lo sufrían. Pero Yoyi piensa que la plata se hace trabajando o no se hace. Entonces lo llamó a Merlo y acordaron reunirse en Buenos Aires.

Le propuso a Renault que le compraran los planes de ahorro vigentes, el stock de repuestos y que le den un poco de dinero. Los ejecutivos se sintieron aliviados y aceptaron gustosamente. Yoyi salió de Renault por la puerta grande.

Con lo que le dieron pudo indemnizar correctamente al personal que ya no necesitaba y convirtió su local en una Agencia Multimarcas, lo que siempre debió haber sido y seguirá siendo para siempre.

Los arquitectos que hicieron las termas de La Paz, eran del estudio del Flaco Carraza y Yoyi les pidió que le diseñaran un edificio con un frente diferente al resto de los edificios de La Paz.

En el año 2006 Yoyi terminó el edificio actual de la agencia, que está en el mismo lugar donde treinta años antes había entrado a comprar un autito de segunda mano.

Próximo capítulo --->

1 comentario:

  1. Me gustó !Un recorren de vivencias, algunas no tan gratas, pero que han sido las necesaria..Mr encanto como pudo expresar su filosofía Dr vida...

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