Introducción

Con Yoyi no nos conocíamos. Es decir, que yo recuerde nunca habíamos hablado mano a mano. A finales del 2015, un día entré a su agencia de autos para preguntar por una camioneta Ford con motor diesel. A los cinco minutos me había vendido una Chevrolet naftera, que era mucho más cara. Llamó por teléfono para que se la reserven en color negro y que la manden para La Paz, que era el pueblo donde estábamos, al noroeste de Entre Ríos, Argentina.

No recuerdo cómo, pero empezamos a hablar sobre el pueblo a finales de los sesentas, del entorno en que había crecido Yoyi, tan distinto al de sus hijos... y poco a poco fue contando la historia personal de su niñez.

Era tan interesante que le pregunté a Yoyi si podía grabar lo que hablábamos. Por supuesto que me dijo que sí y con entusiasmo empezó a contar todo de nuevo desde el principio. Grabamos como dos horas en mi teléfono y después yo me fui de La Paz.

Cuando volví al mes siguiente para buscar la camioneta, ya había escrito los tres primeros capítulos, que resumían los eventos de su vida hasta ser un empleado bancario en Buenos Aires. A Yoyi y su segundo padre, Carlos Pereyra, les encantó. Su madre se emocionó. Entonces decidimos seguir adelante y grabamos muchas horas de charla, que semanas después iban formando parte de esta historia real.

Primer capítulo --->