La Casa de los Ingleses

Un día le avisaron a Yoyi que Morzillo, un ingeniero agrónomo de La Paz, quería comprar un auto. Se enteró que vivía en una casa entre el Barrío Estación y Puerto Márquez. Para llegar, tuvo que tomar la calle a Puerto Márquez, hacia el Norte de la ciudad. Dobló hacia el río por una calle angosta y cuando llegó a la casa, le llamo la atención la arquitectura de la vivienda. Era el único edificio en diez cuadras a la redonda. Toda la zona estaba cubierta por un monte bajo de espinillos tipo Selva de Montielera, pero la casa estaba rodeada de árboles altísimos.

Se construyó hacía más de un siglo, cuando los ingleses estaban instalando el ferrocarril. Después había sido el casco de estancia de la tradicional familia García. Los miembros de la familia Lauri recordaban haber estado en su juventud en las galerías de esa casa, porque había pertenecido a un familiar. Cuando Yoyi la conoció, el ingeniero Morcillo la estaba alquilando.

Como mostró tanto interés, Morcillo le mostró toda la casa. Los cielorrasos originales habían sido cambiados por otros de telgopor. Las aberturas originales habían sido reemplazadas por otras de muy baja calidad. Ya casi no quedaban los pisos originales. Era como el esqueleto de una linda casa del pasado, que estaba entre abandonada y descuidada por incontables inquilinos.

La ciudad original de La Paz, es una lengua de tierra muy alta que está entre el Río Paraná y el Cabayú Cuatiá, un arroyo que va de Sur a Norte para descargar toda el agua de tierra adentro y la lleva hasta un costado del puerto. El centro histórico del pueblo forma un ángulo con vértice en el puerto. Ese ángulo se va abriendo hacia el Sur, donde están los cuarteles. Por allí viene el camino viejo sin puentes, que conecta a la ciudad con la Ruta 12 y la "T" de la Ruta 6. Las otras entradas tienen puentes sobre el Cabayú Cuatiá, un puente rojo de hierro de entrada y un puente blanco de cemento para la salida. Como La Paz siguió creciendo hacia el Este, la parte más nueva como los barrios Feria, Milagrosa y Puerto Márquez fueron quedando del otro lado del arroyo y la ciudad se ve como partida en dos por el Cabayú. El río Paraná golpea contra la barranca en casi toda su extensión, menos en la desembocadura del arroyo, donde lo que antes era un bañado, hoy es una llanura de tierra baja que separa al río de la barranca. Justo allá arriba, casi frente al puerto, los ingleses hicieron una casa cuando construyeron el ferrocarril a fines del siglo XIX.

Yoyi vivía con Claudia en un departamento en calle 9 de Julio y Echague, arriba del supermercado Los Hermanos. Florencia recién había nacido. Tenían un perro doberman negro y canela que se llamaba "Facha" y cuando salían era fiel guardián del cochecito de Florencia. Habían comprado una casa a la familia Arangui, casi frente al cuartel. Ya casi la habían arreglado completamente y se estaban por mudar en cualquier momento.

Hojeando "El Paceño", a Yoyi le llamó la atención un aviso de venta de una casa en el Barrío Estación. Supuso que era la casa de los ingleses y contactó la inmobiliaria. Morcillo ya no vivía en ella y estaba en venta. El terreno era del tamaño de una manzana rodeada de grandes árboles centenaríos. Estaba tan deteríorada que ese momento era casi inhabitable. Pertenecía al contador Walter Hack, que había sido contador del Municipio, de la Concesionaria Brisas y su estudio estaba en Viale, donde también tenía una sodería con sus hijos y una hermana. A Yoyi le encantaba saber todo de la persona con que iba a negociar.

La llevó a Claudia y le mostró la casa. Todavía no podían comprar una buena casa grande y le dijo:
-Nosotros en el futuro podremos tener mucha plata para comprar una casa mucho mejor que ésta. Lo que no vamos a tener nunca es cien años de vida para ver crecer estos árboles. El parque de la casa es maravilloso. Todo lo demás se puede reconstruir.
Probablemente Claudia estuvo de acuerdo, pero de todas maneras era difícil sacarle una idea cuando se le metía en la cabeza a su marido. Cuando el Papá de Claudia vió la casa le dijo que estaba loco por querer comprar esa propiedad.
- Espere que yo la arregle y después me cuenta -Le contestó Yoyi, que ya no tenía miedo que le garroteara el tanque de la moto.

Lo llamó a Walter Hack y le propuso darle como parte de pago la casita frente al regimiento, que ya estaba lista para habitar y era mucho más fácil de vender que la casa de los ingleses. El argumento que usó Yoyi para convencer al contador era muy gracioso:
- Yo te compro una Cupé Fuego en mal estado que nadie más te la va a comprar y te entrego un Renault 12, que aunque cuesta la mitad te lo van a sacar de las manos, yo te pago la otra mitad y hacés el negocio rápido.
Walter Hack aceptó el trato y efectivamente, enseguida vendió la casita del regimiento.

Arreglaron una parte de la casa: la cocina, el largo living y un dormitorío con el baño en suite. A la tercera parte de la casa le tapiaron las paredes, para arreglarla más adelante.

Ni bien había comprado la casa lo llamó Marío Beades, un arquitecto de Paraná que estaba recuperando varias casas antiguas de La Paz, donde además era Secretarío de Obras Públicas.
-¿Vos compraste la casa de la barranca?
-Sí.
-Yo la quiero arreglar a como era originalmente.
- Mario, no tengo plata para hacer eso ahora.
- No pasa por la plata -le aclaró el arquitecto- todo pasa por que vos estés de acuerdo que se reconstruya siguiendo la línea que se usó para edificarla originalmente.

Yoyi estuvo de acuerdo. De las casas antiguas de La Paz, el arquitecto estaba sacando puertas y ventanas centenarias. Yoyi las compraba y las reparaba Don Tito Luqui, un artesano carpintero, que tenía su carpintería en Berón de Estrada y 3 de Febrero. Siguiendo las instrucciones del arquitecto las transformaba del estilo español al inglés. Era un maestro y las viejas aberturas de roble parecían recién hechas.

Durante cinco años cambiaron tabla por tabla el cielorraso de las galerías, hicieron todos los pisos, repararon todos los techos y quedó una casa maravillosa, con tuberías, desagües e instalación eléctrica nuevos.

En ese interín, Walter Hack le ofreció a Yoyi comprar la chacra completa, que era un terreno de 12 hectáreas rodeando la casa. La tenía toda loteada pero no vendía ningún terreno. Entonces Yoyi le compró la manzana de enfrente a su casa. La dividió en cuatro y los vendió a precios muy convenientes, con la condición que hicieran buenas casas, como las que están hoy.

Después hizo el camino hasta su casa desde la entrada a La Paz frente a la vieja estación. Abrió la calle que se hoy se llama Tratado de Alcaraz. Compró toda la tierra mora que estaba donde pasaba la vía. Le pagaba el combustible y los gastos a Vialidad para que emparejaran la calle con sus máquinas. A mitad de camino tuvo que hacer un badén para que pase toda el agua de lluvia que venia del Este. Hizo colocar las tuberías del agua corriente, la línea de electricidad y hasta el cable de televisión.

Al lado de la casa, vivía un muchacho de apellido Clasen, que era pariente de Walter Hack. Tenía al frente un galpón donde fabricaba piraguas de fibra de vidrío. Un día se quiso ir a vivir a Buenos Aires y Yoyi le compró su casita, la convirtió en su casa de huéspedes y tiró abajo el galpón.

El parque alrededor de la casa quedó limpio, con árboles centenaríos más otros que plantó Yoyi personalmente. Trasplantó palmeras Pindó, nativas de la zona. Actualmente hizo una piscina al borde de la barranca, con un deck hacia el Río Paraná y un moderno quincho cerrado "con todo".

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