Aguas Termales en Entre Ríos

El Acuífero Guaraní es la tercera reserva mundial de agua fósil conocida. Está a más de un kilómetro de profundidad en el Continente Sudamericano y abarca partes de los actuales territorios de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Es tan gigantesco, que podría cubrir la necesidad de agua potable de toda la población mundial por más de dos siglos.

Este depósito se formó hace unos 245 millones de años, cuando África y América aún se hallaban unidas y el mundo estaba dominado por los dinosaurios. En aquellos tiempos las lluvias comenzaron a formar acumulaciones de agua potable. Con el paso del tiempo, debido a la separación de los continentes, estos sedimentos fueron cubiertos por lavas volcánicas de más de 1.000 metros de espesor en toda el área. Las fallas de la corteza terrestre, la actividad sísmica y la erosión de millones de años, crearon las condiciones propicias para que se forme una enorme reserva de agua potable.

Cuando el agua subterránea se encuentra con líneas de fallas en la corteza terrestre, puede introducirse a grandes profundidades y se calienta desde 20 hasta 150 grados centígrados. Por eso pueden surgir a la superficie con gran presión y hasta en forma de vapor.

Las termas existen en Entre Ríos gracias a un pueblito llamado Federación, que tiene una historia fascinante: le cambiaron el nombre y tuvo tres asentamientos distintos porque lo movían a la fuerza.

En 1777 el padre de San Martín creó la Estancia Mandisoví, para que sea una posta del sistema de transporte de mercaderías. El 16 de noviembre del año 1810 durante la campaña al Paraguay, Belgrano que casualmente andaba de paso, le asignó al pueblito Mandisoví jurisdicción propia. Esto se conoce hoy como “la primera fundación”.

En 1847, en plena guerra entre Unitarios y Federales, Mandisoví fue saqueado y ocupado varias veces. El gobernador Urquiza de Entre Ríos, decidió mover el pueblito a 12 kilómetros de donde había sido fundado. También le cambió el nombre por: “Pueblo de la Federación”. Este segundo asentamiento tuvo una época de esplendor debido la producción de madera. Los troncos venían del Norte bajando por el Rio Uruguay, pero justo frente a Federación estaban los Saltos de piedras con rápidos que interrumpían la navegación. En Federación se bajaban los troncos del rio y se establecieron grandes aserraderos para trasladar por tren la madera ya preparada.

En 1946 el presidente Perón firmó un tratado con la República Oriental del Uruguay para la construcción de un Complejo Hidroeléctrico, que implicaba la inundación de Federación. Pasaron muchos años con el País muy ocupado en revoluciones, elecciones y golpes de estado, hasta que, en 1973, durante la vuelta del exilio de Perón, se comenzó la construcción de la Represa Salto Grande. Provocó mucho malestar e incertidumbre en el poblado de 5.000 habitantes, pero no le importó a nadie, mucho menos durante el gobierno militar de Videla, que decretó el traslado y la refundación de “La Nueva Federación”. El 1 de abril de 1979 se inició el llenado del embalse que sumergió el viejo pueblito después que sus casas fueran demolidas por topadoras. Los nuevos edificios públicos no se habían construido. Los pobladores tuvieron que mudarse a unos pocos kilómetros hacia el nuevo asentamiento de casas sin terminar, con calles de tierra y barro, no existía vegetación y el lugar era pura desolación. En 1991, cuando terminaron la “Plaza de la Libertad”, se refundó por tercera vez.

Durante la crisis económica del 90, muchos aserraderos comenzaron a trasladarse a otros lugares y la nueva ciudad estaba buscando alguna actividad colectiva para poder sostener la economía local. En 1992 el pueblito ya no tenía razón de ser. Estaba condenado a desaparecer con el tiempo, igual que muchísimos otros asentamientos similares del inmenso territorio argentino.

Del otro lado del rio, en la República Oriental del Uruguay a unos treinta kilómetros de distancia en línea recta, en las orillas del río Arapey, el Instituto Geológico Nacional estaba buscando petróleo. El 5 de enero de 1941 a las 4 de la mañana saltó a gran altura un potente chorro de agua caliente. El capataz de la obra, sin saber qué hacer ante el inesperado descubrimiento puso un codo en la boca del pozo con un caño que desagotaba en el arroyo.
Los vecinos uruguayos no podían gozar del agua termal recién descubierta, porque la perforación estaba en terreno militar, donde estaba prohibida la entrada. El Ministerio de Defensa de Uruguay construyó una pequeña pileta en 1945. El agua termal era del gobierno central y la ciudad reclamaba infructuosamente a los militares, que pasaran la propiedad a la Intendencia de Salto. El Estado construyó en 1947 el Gran Hotel Salto.
Recién en 1962 empezó a explotarlo turísticamente, atendiendo ese hotel, bungalows y hasta moteles con personal municipal. En vez de tener ganancias, tenían que subvencionar el turismo con fondos públicos y carísimas promociones que resultaban infructuosas.

Si Arapey, a menos de treinta kilómetros en línea recta tenía aguas termales, era muy probable que ese tesoro también estuviera bajo el suelo de Federación. El proyecto termal comenzó con gestiones y deseos en los años 80. Pero recién a fines de 1991, los habitantes de Federación se pusieron de acuerdo para poner en marcha el proyecto. Formaron la Comisión de Aguas Termales y en abril de 1992 comenzaron las gestiones para obtener financiamiento.

Durante el gobierno de Menem se habían desregulado las perforaciones en Argentina. Comenzó una etapa de privatizaciones. El costo de la perforación era de 1,2 millones de dólares y hubo que esperar dos años hasta conseguir el préstamo de una financiera nacional. Finalmente, en 1994 se realizó la primera perforación. A poco más de 800 metros, el 24 de noviembre de 1994, con 6 kilos de presión salió un agua muy potable y caliente a 42º/43ºC.
Un año más tarde, todas las autoridades provinciales en un acto oficial inauguraron el primer yacimiento termal del litoral argentino. La nueva ciudad había encontrado un motivo para existir.

En el año 1997, se inauguró el parque termal de la ciudad. Con el tiempo, gracias a la afluencia turística el pueblo se llenó de alojamientos privados, restaurantes y servicios de toda clase. Los pobladores de "La Nueva Federación" pudieron volver a vivir sustentablemente.
Esto tuvo una repercusión inmediata en el resto de la Provincia de Entre Ríos.

También sobre el Rio Uruguay, pero un poco más al Sur, en la ciudad de Colón el 2 de noviembre de 1996 empezaba a salir agua termal en una nueva perforación al lado de la cancha de Ñapindá. Fue anunciado en la radio LT26, comenzó a sonar la estridente sirena de los bomberos y la comunicación fue de vecino en vecino. Espontáneamente se formó una caravana de autos a bocinazos, motos, bicicletas y un montón de gente se fue para el Barrio Norte como festejando algún título de fútbol. Colón, pasaba a ser la segunda ciudad de la provincia de Entre Ríos en tener aguas termales del Acuífero Guaraní.

Esto modificó sustancialmente la economía de la ciudad de Colón. Hasta ese momento, el movimiento turístico se generaba en la temporada de verano exclusivamente, pero la construcción del Complejo Termal extendió el turismo a todo el año.

En relativamente poco tiempo se han ido sumando otras comunidades. Entre Ríos es hoy la provincia con mayor densidad de perforaciones termales en Argentina. Según el Ente Regulador de los Recursos Termales de la Provincia de Entre Ríos, por los datos extraídos de su página oficial, en 2010 había 16 pozos en explotación: tres en Concordia, dos en Gualeguaychú, uno en Concepción del Uruguay, Colón, San José, Villa Elisa, Federación, Chajarí, La Paz, María Grande, Victoria, Basabilbaso y Villaguay. También había intenciones de construir complejos termales en Diamante, Gualeguay, Villa Urquiza, Santa Ana, Ubajay, San Salvador y Federal.
Seis de los complejos termales entrerrianos --Chajarí, Federación, Concordia, Colón, Villa Elisa y San José-- se ubican sobre las costas del río Uruguay, mientras que el de La Paz está sobre el río Paraná y el de María Grande en la región centro.

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