La Agencia propia

Trabajando con Audicio, Yoyi adquirió un profundo conocimiento del negocio de la venta de automotores en todas sus facetas. Tenía una enorme cartera de clientes satisfechos en toda la zona, porque la única forma de ganarle a la competencia era con un buen servicio. Experiencia y entusiasmo le sobraban. Solamente le faltaba capital. Nada menos.

El otro vendedor de la agencia, Juan Marusich, estaba en la misma situación de Yoyi. Por eso salieron juntos y pusieron todo el dinero que tenían para emprender el negocio de vender autos en la calle, como los gitanos. Juan era unos diez años mayor que Yoyi, casado con hijos y seguramente era mucho más prudente, pero las circunstancias no dejaban otra alternativa. Son las consecuencias, que en las grandes empresas como la Chevrolet nunca se tienen en cuenta, pero el desparramo de sus decisiones salpica más fuerte a los más chicos. La Multinacional se fue de Argentina, obligada por la desastrosa política económica del ministro Martínez de Oz, pero el zafarrancho que dejaron fue muy grande.

Juan y Yoyi hicieron su primera operación, comprando una camioneta Chevrolet 72 a Abraham Jacobo. La pagaron con los únicos $70.000 que tenían y el resto, con un cheque por $50.000 a 30 días. Cuando habían pasado 28 días sin vender la camioneta y la cosa pintaba mal, un tal Gauna de Feliciano estaba dispuesto a cambiar su Estanciera, pagando el resto al contado.

Cuando fueron a entregar la camioneta a Feliciano, Gauna los invitó a cenar y después, como a las once de la noche, partieron felices hacia La Paz en la vieja Estanciera. No hicieron ni dos kilómetros y se les reventó una cubierta. La cambiaron por la de auxilio. A mitad de camino se les reventó la segunda cubierta. Decidieron seguir igual, despacito y sacando chispas con la llanta contra el pavimento, llegaron a La Paz como a las dos de la madrugada. A la mañana se levantaron temprano y cubrieron el cheque en el banco. Ya eran hombres de negocio en el mercado de compra venta de autos usados. Un largo viaje siempre se comienza con un pequeño y humilde pasito.

En la casa de los abuelos de Yoyi instalaron una pequeña oficina. En el patio de atrás guardaban las unidades en venta. El resto del trabajo de compra-venta se realizaba en la calle y no pasó desapercibido. Un día los llama don Hispano Gabela, que tenía una casa de repuestos muy importante y también vendía autos Dodge en La Paz. Gozaba de gran prestigio en el pueblo, era un hombre de palabra, serio y responsable, pero tenía muy pocas pulgas y eso no lo hacía el mejor vendedor de la zona. Hispano Gabela estaba cansado de vender autos, decía que no era lo suyo y les propuso a Yoyi y Juan que se hicieran cargo. Los recomendó con Haimovich de Paraná. Rápidamente llegaron a un acuerdo sobre las comisiones y el primer año vendieron 72 unidades Dodge 1500 en La Paz y alrededores.

También diversificaron el negocio. Aceptaron la representación de Amarilla Gas para vender garrafas y formaron la empresa "La Paz Gas". Compraron un rastrojero y lo pintaron de amarillo. Reclutaron a dos chicos del barrio, el "Mono" Ortiz y "Chencho" Ereñú, que se encargaban del reparto. En el fondo de la casa almacenaban las garrafas y los pedidos se hacían al teléfono del abuelo, que lo atendía durante el día y ordenaba el reparto a los muchachos. Funcionaba bien pero necesitaban más clientes. Como ya había un par de vendedores de gas, para poder competir pusieron el "Servicio de atención las 24 horas". Pero el negocio no daba para tener más empleados en el turno nocturno. Durante la noche y los feriados, Juan estaba con su familia cerca el puerto. El único que estaba en la "oficina" era Yoyi, porque el teléfono era el de su propia casa. Así que se tenía que encargar personalmente de bancar el "Servicio de atención las 24 horas". Más de una vez estaba vestido un sábado a la noche listo para ir al cine o cenar y sonaba el teléfono con alguien que llamaba porque se había quedado sin gas. Ganaron buen dinero un par de años, pero duró hasta que Yoyi se cansó. Terminaron vendiendo la empresa a Ponino García, un primo de Yoyi.

Yoyi, a sus 24 años, seguía soñando con crecer y tener su propia concesionaria. Su abuelo le inculcó la costumbre de todos los militares, que era levantarse bien temprano. Cuando trabajaba con Audicio siempre iba media hora antes de que se abriera la agencia y se sentaba en un banco de la plaza mirando la concesionaria, pensando que alguna vez iba a tener la suya propia. En ese momento ya estaba comprando y vendiendo autos por su cuenta, pero le faltaba un local.

Don Jorge Daher tenía su tienda en Urquiza y Echagüe, a una cuadra del Banco Entre Ríos y de la iglesia, pensaba en retirarse y se sabía que el local estaba en venta. Un día Yoyi se decidió, lo agarró a Juan del brazo y lo fueron a ver a Don Jorge. Le explicaron todo lo que estaban haciendo y lo mucho que les hacía falta un local. El precio resultó ser de 240 mil pesos y ellos no tenían ni para la escritura. Sin embargo Yoyi, que nunca tenía miedo ni plata siguió hablando:
- Me imagino que usted querrá toda la plata al contado.
-No –respondió Don Jorge- supongo que podemos llegar a algún arreglo, yo ya quiero dejar la tienda porque ando medio enfermo.
Don Jorge le propuso 40 mil pesos de entrega inicial y 12 cuotas mensuales hasta pagar los $200,000 restantes. A Yoyi le pareció bien y quedaron en seguir hablando sobre esa base. Cuando salieron, Juan Marusich estaba pálido y le dijo a su audaz socio:
- ¿Vos estás loco? ¿Cómo vamos a pagar 240 mil pesos en un año? ¡Es más! ¿De dónde carajo vamos a sacar los cuarenta mil de entrega? ¡No tenemos ni para la escritura!
-Tenemos algunos autos –le respondió Yoyi muy tranquilo.
-Los autos son nuestro capital de trabajo, si los vendemos ¿de qué vamos a vivir?
-Empezamos de nuevo, como al principio… ¿Acaso no salimos de la nada? Ahora tendríamos local y algún auto para poner adentro. Poco a poco vamos a vender mucho más que ahora.
Juan no podía creer lo que escuchaba. Su joven socio ya se había divorciado y no tenía hijos ni una familia que mantener día a día. Además, estaba arreglando de a poco su casa cerca del puerto. Por todo eso y mucho más, Juan no estaba de acuerdo pero dejó seguir los acontecimientos con resignación.

Al día siguiente Jorgito Daher, hijo de Don Jorge, llega a la casa de Yoyi y cuando se sienta empieza a decirle:
-Mi Papá me contó la conversación que tuvieron ayer. Hace más de tres años que tiene la tienda en venta… ¿Sabés cuánta gente quiso comprarla? Y el Viejo siempre les decía que no, hasta cuando se la querían comprar al contado. No sé qué se le dió ahora, pero me dijo que te la quiere vender a vos. Estamos un poco asombrados, pero nosotros siempre le decimos que sí. Si querés vení a la tienda, vamos a charlar con él.
Yoyi lo llama a Juan y le pide que lo acompañe a cerrar el trato con Don Jorge. Ya en la tienda, Don Daher les dice:
-Acepto los términos de venta que acordamos ayer, pero hay una condición: en la venta hay que incluir veinte mil pesos más por las estanterías y las arañas de las luces.
-Cómo no Don Jorge –le contesta rápidamente Yoyi- pero se la podríamos pagar con un cheque al final de las doce cuotas del local ¿Le parece bien?
A Don Jorge le pareció bien. Vendieron algunos autos y pagaron los 40 mil iniciales, la escrituración y la primera cuota. Contrataron a “Boleto” Lacombe, un albañil que trabajaba con un par de ayudantes. Abrieron una puerta grande para la entrada de los autos al local. Entraban tres autos y un escritorio que corrían el fin de semana para que entraran cuatro autos en exhibición. No tenían aire acondicionado y el sol daba de frente desde el mediodía hasta la noche. Agregaron unas cortinas altas sobre la vereda, tipo kiosco.

Hubo que redoblar los esfuerzos de venta, porque habían disminuido enormemente el capital de trabajo y tenían muy pocos autos en oferta. Pero tuvieron suerte. En primer lugar, las cuotas de la compra del local -que eran fijas en pesos- se fueron achicando gracias a la inflación de 1979. Por otro lado, cuando en Ahimovich se enteraron que ya tenían salón, les empezaron a dar automóviles cero kilómetro en consignación. Hasta llegaron a lucir en el salón un Polara RT automático, que era un “alta gama” de aquella época. El negocio tenía una seriedad distinta y les aumentaron significativamente las ventas.

En aquella época la agencia tuvo un comienzo importante. Un chico del barrio, Sergio Salva, en 1980 era camionero y se presentó a pedir trabajo. Comenzó a limpiar el local y a lavar autos. Como manejaba bien, también llevaba los autos al taller, al tapicero y a donde tuvieran que ir y venir. Finalmente, los autos usados no se ponían en venta hasta que él no dijera que ya estaba todo en orden. Con su trabajo tuvo casa propia y bancó a una familia, algo muy difícil de conseguir para los trabajadores actuales en Argentina. Yoyi le dice que no lo echa ni lo jubila porque lo quiere “de recuerdo” en la agencia.

En 1981, había en La Paz una representación de Renault que tenía Tino Niemiz en la calle Sáenz Peña. Era un ídolo entrerriano en carreras de autos y tenia de técnico a Mario Schaller, un extraordinario mecánico. Vendían montones de R12, que era el auto del momento.
Un día entra a la agencia un señor bajito, medio chueco, parecido a Fangio y pregunta en voz bien alta:
- Che, ¿quién es el flaco Geminiani?
- Yo soy, buenas días señor.
- ¿Vos sos el que me dicen que vende tantos autos?... Yo me llamo Enrique Bitar y soy Gerente General de Rombo Santa Fe. Andamos buscando alguien que nos represente en la zona porque nos peleamos con Niemiz.
Después de bajarle bien la caña al pobre Tino siguió:
- Si les interesa, nosotros los necesitamos como agentes oficiales de Renault.
- Bueno, pero nosotros ahora estamos vendiendo Dodge...
- No vas a comparar nuestros autos con esa porquería... ¿Vos cuanto ganas con Dodge?
- Nos pagan el 3% en la línea Dodge y un 4% en los de primera línea.
- Yo les voy a dar el 6% en la línea Renault y un 8% en la línea Torino ¿les interesa? Si me decís que sí, mañana tenés que estar en Urquiza y Tucumán en Santa Fe, donde está Rombo y te voy a presentar el gerente. Pero antes tenés que pasar por mi casa porque quiero hablar con vos -Y le da su dirección particular en Paraná, frente al Cristo Redentor.
Al otro día, Yoyi y Juan fueron puntuales para llegar a la casa de don Enrique Bitar, quien les dijo:
- Ustedes van a ir a Rombo y les van a ofertar... - y siguió explicando una larga lista bien detallada. También les explicó que garantías les iban a pedir. Y al final, les dijo todo lo que tenían que rechazar y lo que debían aceptar… ¡Todo un personaje! A partir de ese día, Yoyi lo nombraba "Padrino" y don Enrique le seguía la corriente y lo llamaba "mi ahijado" a Yoyi.
Después de esta fructífera visita, se fueron a Santa Fe y en Rombo los atiende el Sr. Bonelli, que era el Gerente General. Todo paso como lo dijo Enrique Bitar. Los "Rombo" y los "Centro" eran bocas de ventas de Renault, una especie de mayoristas intermediarios entre la fábrica y los concesionarios.
Tras el acuerdo, Yoyi les pidió 24 horas para hablar con Ahimovich. Pero Reiss y Galarraga no pudieron ofrecerles lo mismo. Se despidieron en buenos términos.

Todo salió bien. Tenían local propio, pagaron todas sus deudas y estaban vendiendo una marca de prestigio. Pero se resintió la sociedad con Juan, porque cuando Yoyi tomaba una decisión era como una locomotora que se llevaba todo por delante. Ya tenía mucha experiencia en los negocios y no admitía otras opiniones, cuando sabía hasta intuitivamente cual era el camino a seguir. En 1982 vivía solo con sus abuelos y sus gastos personales eran insignificantes. No tenía responsabilidades familiares como Juan. Tampoco sabía lo que era tener un chico enfermo en casa y si era necesario recorría toda la zona vendiendo cantidades de autos, sin respetar horarios, ni fines de semana ni feriados. Ambos sabían que cada día eran una pareja más despareja.
Una mañana se juntaron para hablar de estos problemas. Estaban de acuerdo con que uno le tenía que comprar la empresa al otro. Lo único que tenía Yoyi era la mitad de la casa de la calle San Martin, porque la otra mitad era de su hermana. Analizaron pasivo y activo de la empresa, le pusieron un precio y en diez días Yoyi vendió la casa y le pagó a Juan su parte correspondiente.

La empresa se llamaba GM Automotores por "Geminiani y Marusich". Siguió llamándose GM por "Geminiani Multimarcas".

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Cuando Yoyi se quedó solo en la empresa, tenía muy pocos gastos personales y casi todas las ganancias se quedaban en la agencia. El negocio empezó a subir exponencialmente, pero ocurrió una desgracia muy grande, que casi arruina todo lo ganado hasta entonces.

Yoyi le había vendido una Break 12 con aire acondicionado a una señora de Goya. Renault sabía que las unidades con aire acondicionado tenían problemas, porque calentaban y quemaban la junta de la tapa de cilindros. Esta señora tuvo este problema y llamó a La Paz, porque el auto estaba en garantía. Renault tenía que arreglar la unidad, pero no la obligación de ir a buscar el auto a la casa del cliente. Yoyi se hizo cargo de traer la unidad desde Goya. Lo mandó a Sergio Salva con un auto, para que vaya con algún amigo que quisiera ganarse una changa y que lo ayude a traerle la Break de remolque. Salieron a la madrugada.

El 4 de Enero de 1984, a las 11 de la mañana de un día muy caluroso, Yoyi estaba entregando un Renault 18 TX Full color rojo al Dr. Taborda, un bioquimico de La Paz. De pronto llega corriendo el "Pato", otro empleado de la agencia, casi gritando le dice:
-¡Yoyi, vení rapido que tenemos un problema!
-Esperá un poco que casi termino -le contesta Yoyi.
-Sergio volcó en Goya y hay uno de los dos que está muy grave.
-¿Quién esta muy grave?
-No saben, pero no creen que vaya a vivir.
-íCon quién se fue Sergio?
-No sé.

Yoyi corrió a la concesionaria y llamó por teléfono a la policía de Goya. Lo atendió un oficial de apellido Fabbro:
-Yo soy el dueño de la concesionaria del auto que tuvo un accidente. Dígame que pasó.
-Hay dos autos volcados, saliendo de Goya, cerca de la Rural. No se sabe que pasó, pero los autos venían de tiro, volcaron y uno de los dos choferes está internado en el holpital local con fractura de piernas y al otro lo están llevando urgente al Hospital Escuela de Corrientes porque su estado es muy grave.
-¿Como se llama el que esta muy grave?
-Carlos García.

Carlitos García era un chico de veinte años, muy conocido por todos. Era buen deportista y estaba estudiando Profesorado de Gimnasia en Santa Fe. Yoyi fue a buscar a sus padres, que estaban separados. Primero lo encontró a él:
-Carlitos de fue a Goya con Sergio -comenzo a decirle Yoyi.
-Si -le contesta el padre- salieron hoy como a las cuatro de la mañana.
-Tuvieron un accidente.
-¿Como está Carlitos?
-No sabemos muy bien -Yoyi no tenia cara para decirle que era el que era el que estaba más grave. Buscaron a la madre que trabajaba en el Registro de la Propiedad y salieron los tres para Goya.

Llegaron al lugar del accidente. Los dos autos estaban muy dañados, volcados en el sentido contrario al que venían. Siguen hasta la comisaría y se encuentran con el oficial Fabbro. Les explicó que Carlos García estaba siendo trasladado en grave estado a Corrientes. Así se enteraron los padres, que hasta entonces tenían la esperanza que hubiera sido sólo un fuerte golpe. Se van al hospital para verlo a Sergio. Estaba hospitalizado con custodia policial y llorando les contó cómo había pasado el accidente. No murió porque se le había trabado el pie entre el acelerador y el freno. Tenía quebraduras y horribles heridas en las piernas, pero se mantuvo dentro del auto. En aquella época nadie usaba cinturones de seguridad en Argentina. Cuando se esta por subir al auto, una enfermera se acerca y le dice a Yoyi:
-¿Usted es el dueño de la agencia de los autos accidentados?
-Sí.
-El chico que lleva la ambulancia está descerebrado, no va a vivir.
A continuación le dió todos los detalles y patente de la ambulancia que lo llevaba, por que si el chico moría en el camino, la iban a encontrar volviendo. Al conductor de la ambulancia también le pasaron por radio todos los datos del auto de Yoyi. Los padres no escucharon esta conversación. Cuando se acercaron, se subieron todos al auto y salieron para Corrientes. Yoyi no les pudo decir la verdad. Fue uno de los momentos más horribles de su vida.

Cuando llegaron a Desmochado, en el cruce entre la Ruta 12 y la que va a Mercedes, se encuentran con la ambulancia que venía de vuelta. Cuando el chofer vió el auto, hizo cambio de luces. Yoyi frenó y la ambulancia se estacionó del otro lado de la ruta. Los padres se bajaron y casi los atropellan atravesando la ruta. Dentro de la ambulancia estaba Carlitos muerto, todo entubado y tibio todavía. Los dos se subieron a la ambulancia y así llegaron a Goya, el padre, la madre y el hijo. El último viaje juntos.

Al llegar a Goya, los padres no estaban en condiciones de hacer nada. Yoyi tuvo que de conseguir el certificado de defunción. En la empresa fúnebre Taglioretti hizo la elección del cajón. Después se enteró que lo mataron con el precio. Un entierro completo de primera valia 12 mil pesos y a él le cobraro 14 mil solamente por el cajón... quienes se aprovechan de la desgracia ajena para hacer negocio no tienen perdón. Yoyi no lo adivinaba todavía, pero ése fue el más pequeño de sus problemas.

Llegaron a la tardecita a La Paz. El pueblo estaba conmocionado con la noticia. Carlitos era el arquero de Unión, muy popular y muy querido por todos. El velorio y el entierro fueron multitudinarios.

Para hacer una historia larga corta, Inca, la empresa de seguros de la Break no se hizo cargo de nada. El auto que había mandado lo tenía en consignación y Yoyi asumió todos los gastos. Renault tambien dijo que no tenía nada que ver aunque el auto estuviera en garantía. Después lo demandó el padre y tuvieron que negociar un arreglo. En resumen, Yoyi tuvo que pagar un auto nuevo, otro usado y docientos mil dólares, que en 1984 era muchísimo dinero. Tuvo que trabajar seis años para terminar de pagar todo el desastre.

El accidente en Goya retrasó todos los planes. Yoyi tomó la deteminación de seguir adelante sin mirar para atrás, para no convertirse en una estatua de sal. El corredor de autos sabe que mirando el espejo retrosvisor se pierde la carrera.

Próximo capítulo --->

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