Por las Costas Entrerrianas

Aquella mañana de 1988, Horacio Guarany venía de Corrientes en su yate "El Chiqui" y llegó al puerto de Goya. Desde hacía más de veinte años que había un vuelo diario a Buenos Aires y dos días después tenía que actuar en Hurlingham.

Cuando fue a sacar el pasaje, le informaron que Austral, sin previo aviso había anunciado que dejaba de volar a Goya. A las puteadas se fue a buscar un teléfono. Lo llamó a Yoyi y le explicó lo que pasaba.
- Ya mismo sale el Pelado para buscarte - Le contestó y colgaron.

De golpe, a Horacio se le fue todo el enojo. Amigos son los amigos. Su actuación en Hurlingham estaba garantizada. Esa noche dormiría en La Paz en vez de Buenos Aires. Hacía más de dos años que recíbia tantas alegrías en esos pagos, junto a gente tan querida. Le gustó el cambio de planes. Muy reconfortado se fue al yate a esperar al Pelado y empezó a silbar una canción nueva que sonaba alegre. Era como un chamamé.

Cuando el Pelado llegó al puerto de Goya, Guarany casi no hablaba. Silbaba, tarareaba y murmuraba como cantando algo, una y otra vez. Durante el viaje hizo una pausa y preguntó:
- Pelado, ¿tenés papel y birome?
- No, no traje.
Habían recorrido unos setenta kilómetros y vió una escuelita con un caserío sobre la ruta.
- ¿Cómo se llama este lugar Pelado?
- Es el Paraje Puente San Juan y aquel puente es el Río Batelito.
- Pará en aquel almacén.
El Pelado se quedó en el auto. Al rato salió Horacio muy sonriente, con una birome Bic y varios pedazos de papel estraza, hojas arrancadas a un cuaderno y hasta una factura vacía. Allí escribió la letra de su nueva canción, durante el trayecto entre Esquina y La Paz:

Fulgor del amanecer por las costas entrerrianas
pasando el Gualquiraró casi llegando a Corrientes
se siente la sensación de estar viviendo en el cielo
con una dulce mujer que nadie pudo igualarla.

Verdores del saucedal que el agua va acariciando
Allá pasa un pescador que va en la popa bogando
y canta mi corazón porque no existe en el mundo
una alegría mayor que estar volviendo a estos pagos.

Y pienso chamigo qué linda es la vida
qué linda mi tierra y mi gente también
y pienso en el Yoyi, en Claudia y en Carlos
y el Pelao Lezcano que no olvidaré.
Amigos del alma que alegran la vida
y me dan la fuerza para no aflojar
y gritarle al mundo en un mano a mano
paraíso entrerriano ciudad de La Paz.

Cuando salgo a recorrer estos ríos de mi tierra
donde encuentro una mujer soy como un indio en la guerra.
Suelo llorar de emoción por la belleza que encierra
me embarga una honda emoción por el amor a mi tierra.

Paraje Puente San Juan donde no llega el cartero
pero existe un corazón como un vino cancionero
algún día he de pasar para llevarte mi canto
y volver a recordar al pago que quiero tanto.

Cuando llegaron a La Paz, estaban todos esperando. Pero Guarany se bajó rápido y tras unos saludos apurados le dijo a Yoyi:
- Traeme rápido un grabador y un casete.
Yoyi sacó de un mueble un grabador de doble casetera que le había traído Polilla Thompson cuando se fue a trabajar de embarcado, dando la vuelta al mundo. Lo puso sobre el barcito de nogal que estaba en el living. Horacio se apoyó en sus codos para grabar de parado lo que tenía escrito desordenadamente, mientras que Florencia, la hijita de Claudia y Yoyi que tenía un año y medio, lo tiraba de las bermudas preguntando por Griselda.



Terminó de cantar y Horacio se sintió aliviado. Todo lo que traía en la cabeza había quedado registrado en la cinta magnética. Ya podía prestar atención en otras cosas.

En dos horas, lo que duró el viaje en auto de Goya a La Paz, había compuesto una nueva canción... gracias a que Austral había descontinuado sus vuelos a Goya. De lo contrario, esa misma tarde hubiera llegado a Buenos Aires, pero con las manos vacías... No hay mal que por bien no venga.

Todos los demás habían quedado conmovidos. Los nombraba en su nueva canción, que estaba dedicada a La Paz. Cuando se sentaron a la mesa para cenar, Horacio le hizo la pregunta habitual a Yoyi:
- ¿Que te pareció lo que compuse?
- Es una hermosura... y es más hermoso saber que tenés tan buenos sentimientos con nuestro pueblo y con nosotros ¿Cómo se va a llamar?
- Por las Costas Entrerrianas.
- El nombre le va bien, pero en las últimas estrofas te referís al Paraje Puente San Juan, que queda en la Provincia de Corrientes.
Guarany no contestó. Siguió comiendo y pasaron a hablar animadamente de otros temas.

Un año antes, Horacio que habitualmente se apoderaba de la cocina de Claudia, quería preparar un puchero español y le pidió a Yoyi que lo invitara a Linares Cardozo, que por ese entonces vivía en La Paz. Claudia se fue con Guarany al mercado y Yoyi salió a buscar a Linares. Lo encontró en la casa de su amigo Pocho Callejas, en la calle Echagüe casi Chacabuco. Aceptó encantado la invitación y a la noche se sentó a la mesa con Pocho Callejas; Juli Malvasio y su esposo; el Chivo López que era guitarrista de los Hermanos Cuesta y los habituales de siempre. Aquella noche Linares Cardozo se puso a hablar de la Historia de La Paz y del arroyo Cabayú Cuatiá, que partía a la ciudad en dos. Recordó desde los tiempos en que vivían los indios Chaná hasta su propia infancia, cuando barquitos chatos navegaban por el arroyo pasando por debajo de los puentes trayendo la leña al pueblo. Contó que en sus años mozos, el agua era cristalina y él se tiraba para nadar desde el puente de la Cooperativa a la Rural hasta la desembocadura y a veces, se largaba a cruzar el Paraná hasta la isla de enfrente junto con Arecio Mentazi, un eximio nadador de La Paz.
Yoyi apenas recordaba los detalles de aquella cena, pero Horacio Guaraní guardaba meticulosamente y para siempre esas imágenes en la memoria. Se veía a sí mismo tomando mate al borde de la barranca, sentado en la galería, mientras miraba nadar a Linares allá abajo en el Cabayú.

Volviendo a la noche en que Horacio durmió en La Paz de paso para Hurlingham, se fueron a acostar todos muy temprano. En medio de la noche Claudia lo despertó a Yoyi:
- Hay Luz debajo de la puerta de la habitación de Horacio ¿Por qué no vas a ver si está bien o necesita algo?
Yoyi se levantó, golpeó la puerta y Guarany le dijo que pase. Estaba en calzoncillos sentado en la cama, con los anteojos puestos y un papel en la mano.
- Vení sentate al lado mío -le dice a Yoyi- Vos tenías razón, cambié la última estrofa. Mirá como la voy a dejar:

Por el Caballu Cuatiá viene Linares Cardozo
nadando hasta el Paraná y el alma llena de gozo
cuando lo veo pasar de arriba de la barranca
suelo chiflarle demás para que me lleve en ancas.

El largo relato de Linares Cardozo, fue comprimido en cuatro magníficas estrofas que serán para siempre las más hermosas y significativas de su canción en honor a La Paz.

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Poco después del mediodía, Carlos Pereyra y Horacio salieron para Hurlingham. Antes de parir, Guarany le pidió a Yoyi el casete que había grabado en el barcito del living.
Esa noche el público estaba entregado al cantor. Luego de poco más de una hora de show, la gente no quería que se vaya y le pedía otra... otra... otra... Guarany entonces les dijo que tenía una canción nueva que iba a estrenar esa noche. La orquesta todavía no la conocía y tuvo que cantar acompañado solamente por su propia guitarra:


Desde el primer estribillo en medio de la canción lo empezaron a ovacionar. Era un ritmo pegadizo y alegre que Guarany cantaba con mucho sentimiento y alborotaba a toda la audiencia. Se dio el gusto de repetir la canción, esta vez acompañado por todo su conjunto "sin ensayo", como le gustaba a Guarany:


Al mediodía siguiente, cuando pasaron por La Paz rumbo a Goya, durante el almuerzo Guarany les contó que había estrenado su canción y que no dudaba que iba a ser un enorme éxito. Devolvió el casete con las dos interpretaciones de esa noche agregadas. Yoyi lo guarda hasta el dia de hoy.

Próximo capítulo --->

2 comentarios:

  1. Qué linda anécdota! Es muy grato conocer los orígenes de las canciones y lo q motiva a los autores a componerlas. Guarany siempre extraordinario describiendo y contando nuestro país, nuestras historias, nuestro sentir. Gracias por compartir la historia!!!

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  2. En los comienzo de los años 90' mi viejo (fallecido en el 2013) desde Paraná, fue con un hermano y la esposa de este que viven en Bs As, a visitar nuestro pago viejo (Mojones Norte) pero al llegar al almacén de Héctor Rausch se encuentran que había llovido y les era imposible entrar 6 km por la vieja ruta 6, mis tíos se lamentaban no poder ver el lugar de sus primeros años de sus vidas, casualmente en el almacén se encontraba un señor que tenia una camioneta y se ofreció para llevarlos , les dijo que era de La Paz y les contó esta historia y que no era otro que el "YOYI" que menciona don Horacio... Al leer esta publicación me vino a la mente lo que me contó mi viejo hace 30 años, tal cual como esta publicado. Muchas gracias compartir estas historias.. Muy bueno el blog. Saludos desde San Benito (Paraná) Ricardo Leal

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